Las tribulaciones de una crochetera con su árbol de Navidad

Llevaba más de un mes pensando, ideando e intentando copiar motivos para adornar mi pequeño árbol de Navidad y resulta que tenía todo lo necesario, incluso más, delante de mis ojos.

Empecé a tejer estas flores sin saber en qué las utilizaría. Estaban guardadas en una caja que encontré por casualidad cuando buscaba hilos metalizados ( que sigo buscando).

             También encontré estas otras flores que pensaba destinar a una bufanda.

 Entonces se me ocurrió que podía unirlas en una guirnalda con la que envolvería mi árbol.

                                                         Parece buen idea, ¿verdad?

                                                                     No, no lo es 😦

Estas flores, en mi mini árbol de metacrilato color vino, producen el mismo efecto que  cuando te golpeas la rodilla o el codo, un dolor de «risallanto». A medida que iba colocando las florecillas, no sabía si reir o llorar. ¡Un espanto de colorines!

Desde que vi el mini árbol de Navidad de Marion quise tejer uno (ya sabéis que yo quiero, quiero, quiero…) pero con tantas labores como tengo inacabadas, el crocheteo arbóreo tendría que esperar. 

Todo indicaba que adornaría mi mini árbol con las guirnaldas de bolitas plateadas que había comprado, pero entonces, en medio de mi desesperación (a «sagerá» no me gana nadie) encontré mi belén portatil.

                                                ¿Por qué no combinar árbol y belén?

                                        Dicho y hecho. Tareas a realizar inmediatamente:

1.- Tejer una «funda» para el árbol, pero nada de colores realistas (verde abeto… ), he elegido el color verde pistacho más pistacho que he encontrado.

2.- Unir las flores que encontré formando una guirnalda (dos guirnaldas)

3.- Hacer las tareas 1 y 2 🙂

Continuará.